sábado, 8 de marzo de 2008

Corazón de una madre

Cuenta una historia oriental que durante un combate de un hijo y una madre frente a su cruel enemigo, la madre era abatida en su esfuerzo de proteger al hijo. El hijo que viendo la muerte de su madre, su valentía tomó fuerza por doble porcentaje. Aunque en ciertas ocasiones tuvo la fuerza de derribar a su enemigo, el hijo al final quedó caído de rodilla frente a su verdugo que con odio en sus ojos, alzando el robusto puño a punto de darle final.

En ese instante, los ojos de su enemigo cambio en reflejo de un miedo intenso, sorprendido cuando la madre se leventó y le dió muerte con una espada de guerrero clavando sobre su espalda.

La madre sonríe, cae y deja el mundo.

La historia puede parecer confusa cuya razón no podría encontrar una realidad donde una persona una vez dejado el mundo habitual pueda volver de la muerte. Pero en realidad la simple razón esta en la fuerza de amor. El fuerte amor que tenía la madre hacia su hijo, la fortaleza y la resistencia con la ultima esperanza de hacer algo ante de dejar el mundo.

En mi lugar, tuve una expediencia. Era un domingo en 1982. Un almacén a dos pisos abajo del edificio estalló una bomba casera en su bodega levantando la puerta hasta la otra calle de la vía. El humo sofocante envolvieron todo el edificio. Una madre con agilidad pertinaz olvidandose de todo los bienes, abrazó a su hija de dos meses y corrió escalera abajo.

Desafortunadamente, con miedo y una borrosa escena cayó rumbo abajo. El escalón lo había agarrado desprevenida en su momento de deseperación.

Escalera abajo, la madre siguió abrazando con fuerza a su pequeña y olvidandose de los morotones en diferentes parte de su cuerpo, con una sonrisa de alivio al verla sin rasguño, sonríe.

Hoy, de paso por aquel lugar, la ví con una arruga y canas de más. Los años había pasado traícionero. Si mi memoria no me engaña cumple 65 años. Dentro de un local levantaba una pequeña cacerola con sus manos deshecha de mujer, no había perdido la agilidad en su movimiento da andadura . Sus ojos aun reflejaba la sabiduría, y añoranza de más, me parecía verla perder treinta libra. Entre y ví a su pequeña que tantos años había perdido en mi memoria. Ella con un sudor en la frente corría de un lado a otro tratando de hacer carrera con el tiempo...y saludé:

- Hola Liza
- Hola madre, Kuen ¿ Cómo va la cosa?

Y ella con una conciencia aun tan viva me regala una sonrisa:

- Por aqui, viviendo la vida...

- 8/marzo Día Internacional De Las Mujeres

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